top of page

El plato como espejo...


La relación con la comida dice más de lo que parece.

Un antojo puede recordar afecto, un exceso puede aliviar vacío, una restricción puede ofrecer sensación de control cuando todo lo demás se mueve demasiado.


El plato se vuelve espejo: refleja cómo me estoy tratando, qué necesito, qué intento sostener.

No siempre se trata del alimento en sí, sino del significado que le doy sin notarlo.


A veces comer es una forma de premiar el esfuerzo o de sentir compañía cuando la soledad pesa.

Otras, es la única pausa posible en medio de la exigencia.

Y en cada gesto, aunque parezca cotidiano, hay una emoción buscando espacio.


Mirar lo que se pone en el plato con curiosidad, no con culpa, permite reconocer qué parte de mí está hablando a través de ese acto.

Cuando ese lenguaje se comprende, el vínculo con la comida deja de girar en torno al control o la carencia, y empieza a sostener una forma más consciente de cuidado.


A veces no se trata de cambiar lo que hay en el plato, sino de acompañar lo que pide ser escuchado detrás de él.

Ahí puede empezar una relación distinta: más presente, más amable, más propia.


Nos vemos en sesión ☺️


Contenido profesional.

No reemplaza un proceso clínico personalizado.

Si deseas trabajarlo en un espacio cuidado, puedes iniciar tu proceso desde aquí


bottom of page