Cómo las emociones moldean la autoestima
- Yais Barroso

- 5 sept
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 2 dic
Muchas veces pensamos que la autoestima depende de lo que logramos o de cómo nos miran los demás. Pero lo cierto es que se alimenta, sobre todo, de la manera en que tratamos lo que sentimos.
Las emociones son la primera voz que aparece cuando algo ocurre. A veces son claras y ligeras, como la alegría. Otras veces incómodas y pesadas, como la tristeza, la frustración o el miedo. Ninguna sobra: todas traen información de lo que está pasando dentro de ti.
Cuando en lugar de pelear con lo que sientes decides escucharlo, algo cambia. El mensaje deja de ser un enemigo y se convierte en un mapa. Ese gesto va dejando huella: poco a poco tu autoestima se sostiene menos en la exigencia y más en la confianza de que puedes acompañarte incluso en los momentos difíciles.
No se trata de forzarte a estar bien, sino de permitir que las emociones te muestren qué necesitas cuidar, qué límites respetar y qué espacios abrir. En esa escucha, tu forma de valorarte se vuelve más real y menos dependiente de lo que pase afuera.
La manera en que acompañas tus emociones puede ser el cimiento más sólido de tu autoestima.
Tal vez hoy sea un buen día para empezar a observar cómo te hablas cuando algo te incomoda… porque ahí se está escribiendo gran parte de tu historia interna.
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