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¡La calma también lidera!

En el mundo laboral se valora la capacidad de reacción, la productividad y la resolución constante.

Pero hay una diferencia entre moverse rápido y avanzar con sentido.

Cuando todo gira en torno a la exigencia, la mente puede rendir, aunque el cuerpo y el ánimo ya estén en pausa.


Las emociones llamadas tranquilas no detienen la acción: le dan profundidad.

La calma aclara, la gratitud conecta, la ternura humaniza.

No son gestos de debilidad, sino señales de presencia emocional.


En tiempos de vértigo, estas emociones ofrecen una base distinta desde donde pensar y relacionarse.

No cambian las metas, pero modifican el modo en que se las habita.

Y eso transforma la manera de liderar, de acompañar y también de sostenerse.


A veces reconocer qué emociones están guiando el ritmo cotidiano puede revelar más sobre la forma en que nos tratamos que sobre los resultados que obtenemos.

Esa lectura, hecha con tiempo y atención, puede abrir una manera más coherente de estar —en el trabajo y en uno mismo.


Nos vemos en sesión ☺️


Reflexión profesional. No reemplaza un proceso terapéutico personalizado.


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